Los días pasan, la vida pasa.

Las personas viven su vida “normal” hasta que un día pasa algo. Ese día empieza un viaje que lo cambiará todo.

En este viaje te enfrentas a duros momentos, unos los superas, otros muchos, aprendes de ellos. Durante el viaje puedes ir encontrando ayuda, pero también denigradores y luego……. ¡Un poco de magia! Te hablan de un libro, de una terapia, de una persona que aportará luz en tu nuevo viaje, tu nueva vida.

Justamente esto es lo que me pasó a mí. Durante mucho tiempo vivía mi vida, bueno mejor dicho sobrevivía, sin cuestionarme nada, sin ninguna ambición más que pasar otro día más. Para quienes me conocían, lo tenía todo, un trabajo estable, una bonita casa, un buen coche, mi marido y mis maravillosos hijos, Jana y Gerard, dos mellizos preciosos.

¿Qué más me podía faltar? Pues la verdad es que no lo sé, pero algo dentro de mí me atormentaba, porque no sentía la plenitud, esa felicidad que yo creía tenía que sentir. Fue cuando nacieron mis peques cuando empecé a sentir toda esa tormenta mucho más fuerte, más presión, más confusión. Era muy raro, por un lado, inmensamente «feliz» con mis hijos y por el otro……… inmensamente “desgraciada” en mi mundo interno de infelicidad, de tristeza.

Empecé a decir que aparte de madre también era mujer y que quería vivir. Fue como si a partir de entonces se me escapara la vida y quería empezar a hacer todo lo que no había hecho antes de tener a los peques. Empecé a estudiar, quería salir con las amigas, quería sentirme sexy y atractiva…. Hasta que finalmente no sé cómo ni por qué tomé la decisión que, sin saberlo, cambiaria mi vida.

Decidí separarme para buscar aquello que sentía que me faltaba. ¡Dios mío! ¡No sabia qué viaje emprendía!

Esto es lo que pensaba yo, pasó porque era la vida que me había tocado vivir y ya está, porque era una inconformista y porque tal y como me dijo en el momento de la separación el padre de mis peques: por hacer daño a la gente que me quiere.

Cuánta ignorancia por aquel entonces tenía yo sobre mi propia vida.

Nací 10 meses después de nacer mi hermana mayor, sí si, como lo lees. Cuando yo nací mi hermanita tenía 10 meses. ¿Os podéis imaginar cómo se sentía mi madre? Con un marido ausente, que se marchaba y se perdía por largos periodos de tiempo.

Recuerdo a mi madre decirme que mi padre solo volvía para hacerle una barriga y se volvía a marchar. ¡Ahora la entiendo! 15 meses después de nacer yo nacía mi hermana pequeña. Ahí estábamos los tres bebes, encima de la cama como si fuésemos Nenucos a las que una niña tenía que cuidar. Por aquel entonces mi madre tenía escasos 20 años, tres niñas y un monstruo de soledad.

Este inicio de mi vida fue la base de aquella tormenta interna que yo, años después, no entendía porque tenía y que, gracias a la experiencia de mi separación tuve la oportunidad de recorrer toda mi vida, a la inversa, para empezar a investigar donde se encontraba tanto dolor y sufrimiento. Buscaba ayuda en todos lados, que me diesen respuestas a mis problemas y desesperación, no entendía porque no conseguía salir de donde estaba metida. Probé psicólogos, psiquiatras, me medicaron, pero yo seguía igual, intento de suicidio con aislamiento en el hospital, seguía sin ver salida a la situación que vivía, Reiki, masajes, regresiones, ……. hasta que un día fui a un taller dónde se hablaba de la historia familiar y como las historias vividas por nuestra familia condicionaban nuestra vida y recuerdo que cuando aquel chico acabó de hablar, me acerqué a él y le dije: ¡yo quiero eso de lo que tu estás hablando! En poco más de 5 meses estaba formándome y transformando mi vida. Todo esto sólo fue el principio de mi renacimiento. Me desperté en un nuevo mundo con muchas cosas por descubrir y con una visión totalmente diferente de la vida. Todas las personas de mi entorno no sabían que había pasado y que había hecho. Primero me decían que estaba muy rara y luego empezaron a decirme que no era la misma persona, que no se creían que yo hablase de la manera que estaba hablando y viese el mundo de la manera que lo veía. Este fue el inicio de un camino de aportar mi experiencia a otras personas. Me preguntaban cómo lo había hecho y si las podía ayudar, ¡que querían ser como yo!

Finalmente, los días pasan, la vida pasa, las personas viven su vida “normal”.

Aunque nada ha cambiado, todo ha cambiado porque YO he cambiado. Hay una transformación interior.

Puedo decir que la historia de mi vida ha sido el renacimiento a una nueva vida. En todos estos años no he dejado de hacer cambios de todo tipo y, sigo haciendo cambios. Por eso sé que es posible una nueva vida.

¡Libre del peso del pasado!

Después de mi formación en educación infantil y, en búsqueda constante de respuestas a la vida que me había tocado vivir, se cruzó en mi camino la Biodescodificación. Aquí empezó mi gran viaje por un renacer, aquí empezó todo mi desaprender para empezar de nuevo a aprender a vivir la vida. Este fue el inicio de un nuevo ser, una nueva mujer. Años más tarde, los registros Akashicos y la carrera en Psicología siguen cuidando, mimando y enseñando al nuevo ser, a la nueva mujer a cada día superarse, ser mejor como persona y ser luz en el camino para muchas otras mujeres que, como yo, creían posible otra vida. Creían posible poder vivir y no tener que sobrevivir.

La experiencia de un renacer o, como yo digo, un cambio de alma, fue exactamente lo que me impulsó a trasmitir mi experiencia a mujeres que, como yo, estaban buscando respuestas a su vida.